La imagen del primer diácono y primer mártir del cristianismo en el atrio de la basílica de san Esteban

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San Esteban

El P. Jean-Michel Poffet, dominico y Comendador de la Orden del Santo Sepulcro, fue director de la Escuela Bíblica y Arqueológica Francesa de Jerusalén. Ha aceptado relatarnos cómo la Orden ayudó a financiar la imagen del diácono san Esteban que se encuentra en el centro del establecimiento, en el lugar donde la tradición sitúa su martirio, al norte de la puerta de Damasco en Jerusalén.
 

Me gustaría expresar aquí mi agradecimiento hacia la Orden por el apoyo prestado desde hace años a la famosa Escuela Bíblica de Jerusalén. Estas líneas tienen un tono personal ya que tuve el honor de haber sido elegido como responsable de la Escuela Bíblica y Arqueológica Francesa de Jerusalén en 1999 y reelegido en dos ocasiones, hasta 2008. Hasta entonces yo enseñaba en la Facultad de Teología de la Universidad de Friburgo, en Suiza.

Una tarde en Jerusalén, mientras paseaba y rezaba en el atrio de la basílica de san Esteban, construida en 1900 sobre los restos de una iglesia bizantina del siglo V, vi que en medio del atrio, sobre el suelo de tierra batida con antiguas baldosas bizantinas, se levantaba una columna vacía. En efecto, el santo mártir no solo fue lapidado en el siglo primero sino que su imagen también fue víctima de una bomba durante el fragor de la guerra de 1947. Después de cinco años, los religiosos terminaron por enterrar la imagen decapitada del santo en su jardín.

De pronto, me entraron ganas de devolverle su lugar de honor frente a la basílica. Entonces no tenía ni dinero, ni escultor. La Providencia vino en nuestra ayuda. Uno de los hermanos habló con las Religiosas de Belén, pidiéndolas su oración para ese proyecto. Ellas señalaron a uno de los hermanos, Johann, como escultor. La entrevista tuvo lugar muy cerca de donde aparecieron las reliquias de san Esteban en el siglo V, que luego serían enterradas en la basílica de Jerusalén. Es difícil no ver un signo divino en todo ello. Solo nos faltaba encontrar los fondos.

Un día le hablé de mi proyecto a Mons. Michel Sabbah, entonces Patriarca latino de Jerusalén, al que yo estaba muy unido. Cuando vino a presidir la misa por la fiesta de san Esteban me entregó un sobre. Éste contenía un generoso cheque. Pregunté el nombre del benefactor y me dijo que se trataba del Gran Maestre de la Orden del Santo Sepulcro, el finado cardenal Carlo Furno.

Acudí lo más pronto posible a Roma para expresarle el agradecimiento de los dominicos de Jerusalén. Me recibió amablemente y me dio la oportunidad de hablarle de la Escuela bíblica, de su biblioteca y de la precariedad de nuestros recursos. Y por mi parte, descubrí la importancia de la Orden como apoyo para los cristianos de Tierra Santa. Otros donativos permitieron que se construyera la imagen y que fuera llevada delante de la basílica el 14 de noviembre del 2005, víspera del coloquio que habíamos organizado en honor del P. Lagrange. Fue bendecida por el Patriarca latino en presencia del Cónsul General de Francia y de numerosos amigos el día de san Esteban, el 26 de diciembre del 2005.

Desde entonces la Orden sigue ayudando a la Escuela. En los últimos años lo ha hecho pagando el sueldo de un empleado palestino al servicio de la biblioteca, que es la joya de la escuela con sus 160 000 obras de exégesis con acceso directo para los estudiantes e investigadores. Y la Lugartenencia para Francia ha financiado las obras de mantenimiento del atrio y de la basílica de san Esteban. Por otra parte, el actual director, el P. Jean-Jacques Pérennès, me escribe que recibe con frecuencia grupos de Caballeros y Damas del Santo Sepulcro, una ocasión para nosotros, de manifestarles nuestro agradecimiento y, para ellos, de descubrir una obra única en Tierra Santa que no podría subsistir sin la ayuda de otros cristianos, en particular de la Orden del Santo Sepulcro.

En cuanto a este humilde servidor, tuvo el honor de ser nombrado Caballero de la Orden el 3 de octubre del 2007 por Mons. Michel Sabbah, en el Patriarcado de Jerusalén. Mi pertenencia a la Orden me mantiene en comunión de pensamiento, oración y acción con los cristianos de Tierra Santa y por ellos.


Rvdo. Jean-Michel Poffet


(diciembre 2019)