AVANZANDO POR EL ADVIENTO CON LAS MUJERES DE LA BIBLIA

La fidelidad de Ana

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Ana, mujer profeta

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. (Lc 2, 36-38).
 

Tan solo tres versículos nos hablan de Ana, sin embargo sabemos muchas cosas sobre ella: sabemos sobre todo que era una mujer profeta. Contrariamente a las habladurías, un profeta no es un vidente que predice el futuro. En griego esa palabra designa a la persona que habla en el lugar de otra, mientras que el equivalente en hebreo, nabi, incluye también la idea de ser llamado y enviado. Lo que Ana anuncia se funda en la base de un pasado, el de la historia de Israel y de su historia personal, y de un presente del que da testimonio acogiendo al niño Jesús.

También conocemos a su familia, su respetable edad – ochenta y cuatro años – y su condición de viuda, una situación difícil – como nos lo recuerdan a menudo las Escrituras describiendo a huérfanos y viudas entre las categorías más desfavorecidas que hay que proteger, estado en el que se ha encontrado seguramente más de la mitad de su vida. Pero más allá de su pasado, sabemos que Ana es una mujer fiel, en diálogo con Dios, día y noche. Y esta relación profunda y constante con Dios la lleva a tener una mirada atenta, que sabe reconocer la Salvación cuando se manifiesta.

En este tiempo de Adviento, Ana nos enseña que cualesquiera que sean las dificultades que hemos tenido en el pasado, Dios no nos abandona y tenemos la posibilidad de poder quedarnos con él. Esta mujer, viuda y profeta, es la imagen de la fidelidad en la espera. Miramos hoy el camino que hemos recorrido con alegría y reconocimiento: Dios nos recuerda que nuestra vida, en cualquier momento y a cualquier edad, es una bendición para nosotros y para los demás, a los que podemos anunciar que ha nacido en niño Jesús. Dirigimos un pensamiento particular a las abuelas y abuelos que siguen llevando la luz de la fe en las familias.


(III semana de Adviento 2016)


(3° settimana di Avvento)