«Dios confía en los jóvenes y les da responsabilidades sin esperar»

Entrevista con el cardenal Lorenzo Baldisseri, Secretario general del sínodo de los obispos

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Eminencia, ¿cómo se interesan los jóvenes cristianos de Tierra Santa y Oriente Medio en el próximo sínodo? ¿Han realizado el cuestionario a pesar de las dificultades? En su opinión, ¿cómo puede ser este acontecimiento portador de esperanza para ellos?

Efectivamente, es muy importante que los representantes de las nuevas generaciones que viven en estos territorios sean escuchados durante el sínodo que tiene como tema «los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional». Las Iglesias latinas y católicas orientales de esta región han respondido ampliamente a la consulta preparatoria. Tengo que decir que la Iglesia-Madre que se encuentra en Jerusalén, es decir, la diócesis latina que se extiende desde Jordania hasta Chipre, se ha tomado a pecho el participar en la reflexión antes del sínodo. El Administrador Apostólico del Patriarcado latino de Jerusalén, Mons. Pierbattista Pizzaballa, me envió informaciones esenciales, explicándome por ejemplo que se van a organizar veladas para debatir en torno al tema del sínodo y rezar para que de buenos frutos. De hecho me han invitado en primavera para intervenir en Tierra Santa delante de los jóvenes que se muestran entusiastas respecto a ese encuentro internacional deseado por el papa Francisco, a pesar de las grandes dificultades en las que se encuentran ellos y sus familias. Dos de ellos van a venir al pre-Sínodo que organizamos durante la semana del 19 al 24 de marzo en Roma. Todos los participantes de este pre-Sínodo tendrán la misión de ser testigos de la situación de los jóvenes en su país, y los delegados de Tierra Santa serán particularmente escuchados, por supuesto.
 

¿Qué espera de este inusual pre-Sínodo de los jóvenes organizado para primavera? ¿Cuál será su razón de ser, su novedad?

Van a venir jóvenes de todos los continentes, de las Conferencias episcopales, de las Asociaciones y Movimientos católicos, pero elegidos también fuera de los círculos acostumbrados de la Iglesia, para que todas las voces sean tenidas en cuenta durante el sínodo de los obispos que tendrá lugar en otoño. Estarán representados todos los dominios del trabajo, del deporte, del arte…, el papa Francisco ha insistido para que tengamos una particular atención hacia los «alejados», los jóvenes de las «periferias», aquellos que están fuera de nuestras redes de católicos practicantes. Podrán preguntar, dar ideas y ser de esta manera intermediarios entre la institución eclesial que emana del pueblo de Dios y la sociedad laica. La experiencia que se les propondrá va a consistir en conocer mejor a la Iglesia, descubrir más a fondo lo que somos. Estos jóvenes un poco “extranjeros” a la Iglesia formarán en torno al 25% de los miembros del pre-Sínodo que reunirá unas 300 personas en el Pontificio Colegio Internacional Maria Mater Ecclesiae de Roma. También estarán presentes delegados de otras confesiones cristianas y de otras grandes religiones. Es verdad que el Sínodo que tendrá lugar en otoño será muy diferente ya que se trata estatutariamente de un encuentro de obispos con auditores laicos. Los jóvenes auditores, una treintena y no más, intervendrán sobre todo en los grupos de trabajo, como hicimos nosotros durante el Sínodo sobre la familia. Se ha deseado este pre-Sínodo para que los jóvenes tengan mayor protagonismo. Al final del encuentro aprobarán un documento, fruto del trabajo de la semana, que expresará su punto de vista sobre la realidad de la juventud y presentará sus expectativas, dudas y esperanzas. El documento ayudará posteriormente a los padres sinodales a orientar su reflexión. También será posible participar en el pre-Sínodo a través de las redes sociales, incluso sin estar presente físicamente en Roma.
 

El papa Francisco critica bastante el clericalismo, invitando al clero a considerar a los laicos como colaboradores en la vida de la Iglesia y no como obreros o siervos. ¿Se puede considerar este sínodo de los jóvenes como una etapa importante de estas nuevas relaciones en el pueblo de Dios, para que las futuras vocaciones, sacerdotales o religiosas, no sean tan «elitistas» y más en armonía con las otras vocaciones que hacen la belleza y la riqueza de la Iglesia?

Precisamente es uno de los objetivos del Sínodo. Partiremos teológicamente del bautismo como sacerdocio común de los fieles, luego veremos cómo - a partir de esta raíz - se abren las diversas vocaciones en la Iglesia, el matrimonio, los ministerios ordenados o no, los carismas y la vida consagrada … Habrá que considerar también, por ejemplo, las diferentes formas de voluntariado que no están vinculadas a un compromiso institucional definitivo. Todos los bellos ideales de los jóvenes interesarán por completo a los padres sinodales.  Por supuesto, las vocaciones religiosas y sacerdotales nos preocupan, y tendremos representantes de estas vocaciones específicas. La Iglesia católica sin embargo no quiere mirar solamente hacia sus necesidades sino que quiere abrirse a todos los compromisos generosos que el Espíritu Santo suscita por todas partes. No debemos poner límites a Dios, él hace lo que quiere, su Espíritu Santo está presente y activo fuera de nuestras instituciones, no lo olvidemos. Las «semillas del Verbo» de las que hablaban antaño los Padres de la Iglesia han sido sacadas a la luz por el Concilio Vaticano II: Todo lo bueno que hay en el mundo viene del Verbo de Dios, y lo acogemos plenamente, sin caer por ello en el sincretismo, ya que la plenitud del Verbo tiene un solo nombre, Jesucristo, centro de la historia, que para nosotros es vital anunciarlo.
 

El 11 de febrero va a presidir la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes en el santuario mariano pirenaico. ¿Podría Bernardita, que tenía catorce años cuando la Virgen María le confió ciertas responsabilidades, ser un modelo para los jóvenes de hoy? ¿Podría ser por este motivo una de las santas patronas del sínodo?

He recibido recientemente de la Congregación para la causa de los santos, una lista no exhaustiva de 800 jóvenes testigos de Cristo, hasta los treinta años; desde los mártires de los primeros siglos como san Tarsicio hasta la beata Albertina, también llamada la «pequeña María Goretti de Brasil». Es impresionante, ya que se ve claramente que Dios confía en los jóvenes dentro de la historia de los hombres y les confía responsabilidades sin esperar, haciendo difundir su gracia para todos a través de sus vidas. ¿Tendremos santos patronos para el sínodo de los jóvenes? Todavía hay que hablarlo, pero lo que está claro es que personajes como Bernardita tendrán un lugar importante, sobre todo porque el rector del santuario de Lourdes – el P. André Cabes – quiere que las peregrinaciones presentes dediquen un tiempo de preparación al sínodo de los jóvenes, a partir del 11 de febrero, 160 aniversario de las apariciones de la Virgen María. Su iniciativa me ha emocionado porque va a permitir que todos los jóvenes que vayan de peregrinación a Lourdes, vivan la dinámica sinodal deseada por el papa Francisco. El P. Cabes da el ejemplo que hay que seguir en la Iglesia y espero que su audacia pastoral inspire a otros santuarios del mundo para favorecer el despertar de todas las vocaciones y su florecimiento en la Iglesia.
 

Después del sínodo de los jóvenes tendrá lugar el sínodo especial sobre la Amazonía, en 2019, en el que ya trabajan mucho en paralelo. En su opinión, ¿cómo un sínodo aparentemente «regional» puede tener un valor universal?

El papa Francisco ha recibido la propuesta de los obispos de Amazonía, feliz de poder ofrecerlo al mundo, a toda la humanidad. Tiene una conciencia muy viva del valor universal de las problemáticas amazónicas, como la biodiversidad que es uno de los temas de su encíclica Laudato sí, la ecología íntegra donde el hombre tiene todo su sitio, pero también el respeto del alma de los pueblos y de su identidad en un mundo globalizado. Durante su viaje a Perú lanzó este acontecimiento histórico, poniendo por primera vez como Papa los pies en la Amazonía. Por mi parte, como Secretario general del sínodo de los obispos, he tenido una primera reunión con la organización local – la Repam, Red Eclesial Pan-Amazónica - que reúne a los representantes de los nueve Estados y de las siete conferencias episcopales a las que la Amazonía concierne directamente, al cubrir una región de más de siete millones de kilómetros cuadrados. La Iglesia está presente en la Amazonía desde hace tiempo, sin embargo ciertas grandes diócesis como Italia tan sólo tienen una treintena de sacerdotes, que circulan de una comunidad a otra por vía fluvial debido a la ausencia de caminos. Debemos oír las necesidades pastorales de la Amazonía, y encontrar soluciones para que la evangelización continúe, particularmente apoyándonos en los diáconos permanentes a los que hay que dar las herramientas necesarias para guiar las comunidades. Nuestra presencia debe ser más incisiva, más cerca a la gente, lejos de los «palacios», como el papa Francisco lo indica.
 

¿Qué es lo que le ha preparado para ocupar una función tan importante, para coordinar el sínodo de los obispos y en cierto modo poner en práctica las grandes orientaciones del pontificado renovador de Francisco?

Nací en Baga di Lucca y fui ordenado sacerdote en Pisa ya hace 54 años. Habiendo celebrado el año pasado mis 25 años de episcopado, he podido dar gracias por mi vida, que me ha dado la oportunidad de realizar un viaje alrededor del mundo, trabajando en el servicio diplomático de la Iglesia de los cuatro continentes, de Guatemala a Haití y de Paraguay a la India y en Nepal y también en Brasil. Salí de Roma en 1973 y he vuelto en el 2012, al cabo de 39 años, al ser nombrado Secretario de la Congregación para los obispos y secretario del Colegio de los cardenales y fui el secretario del cónclave de 2013. El papa Francisco, al que había conocido antes de su elección, cuando estuve como Nuncio apostólico en Brasil, confió en mí nombrándome cardenal y pidiéndome coordinar el sínodo, sabiendo que conocía a numerosos obispos, en particular a aquellos de las grandes conferencias episcopales de Brasil e India. Mi lema episcopal, «Itinere laete servire domino», que significa «Caminar con alegría para servir al Señor», resume bastante bien esta misión que es la mía de ir acompañando a mis hermanos obispos en una lógica de colegialidad para que la Iglesia siga siendo cada vez más una familia donde reine el diálogo fraterno.
 

Entrevista realizada por François Vayne


(8 de febrero 2018)