«Ver y tocar al Señor»

Peregrinación a Tierra Santa del Gran Maestre de la Orden del Santo Sepulcro (9-14 de mayo de 2022)

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Ingresso Santo Sepolcro

«Venimos aquí, como decía san Francisco de Asís, a “ver y tocar” al Señor: a ver sus huellas, a escuchar el eco de sus palabras, a tocar el lugar donde yacía, según las mismas palabras del ángel: “Venid a ver el sitio donde yacía, e id aprisa a decir a sus discípulos...: ¡Ha resucitado de entre los muertos!” (Mt 28:6-7). Está ahí donde Dios nos salvó», dijo el cardenal Fernando Filoni, en su discurso ante el edículo del Santo Sepulcro, con motivo de su entrada solemne en el primer santuario cristiano, la Basílica de la Resurrección.

Se presentó como peregrino, agradeciendo a los «hijos de esta Iglesia Madre de Jerusalén», que tienen «la misión del ángel que nos anima a ver dónde yacía el Señor». «Gracias por este servicio a sus hermanos y hermanas fieles en todo el mundo y en particular a sus hermanos y hermanas, los Caballeros y Damas del Santo Sepulcro», añadió.

El Patriarca Pierbattista Pizzaballa acababa de acompañarle en una procesión por las calles de la Ciudad Vieja el martes 10 de mayo, a partir de las 15 horas, desde la sede del Patriarcado latino hasta la Anástasis, el lugar de culto que abarca tanto el Gólgota como el sepulcro de Cristo, una iglesia construida por orden del emperador Constantino en el siglo IV.

Precedido por el clero y seguido por los Caballeros y Damas de la Orden del Santo Sepulcro de varios países europeos presentes en Jerusalén esos días, el Gran Maestre fue recibido en el edificio sagrado por el Custodio franciscano de Tierra Santa, el P. Francesco Patton, tras recibir simbólicamente la llave del lugar santo de manos del guardián musulmán, que ha sido cuidadosamente conservada por su familia durante siglos. 

Durante la conmovedora celebración, a la que asistieron numerosos peregrinos de varios países asombrados por este acontecimiento para ellos inesperado, el cardenal Filoni explicó el significado del viaje espiritual que finalmente pudo realizar tras dos años de pandemia: «Venimos hoy en el silencio de la fe a refrescarnos en este pozo de agua viva, donde descubrimos “al Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad, que mantiene la clemencia hasta la milésima generación, que perdona la culpa, el delito y el pecado” (Ex 34,6-7). Venimos como peregrinos a descubrir este misterio. Este es el objetivo de nuestra peregrinación, de nuestra llegada a este lugar. Es aquí donde cada Caballero y Dama que ama este lugar sabe que encontrará el sentido de la dignidad, y que llevará consigo por el resto de su vida el recuerdo de su fe en Cristo resucitado».

Tras llegar a Jerusalén desde Roma el día anterior, con una pequeña delegación de la Orden, entre la que se encontraban el Lugarteniente General Borromeo y el Gobernador General Visconti di Modrone, el Cardenal se reunió primero con los ordinarios católicos y el Nuncio Apostólico en el Patriarcado, escuchando sus testimonios sobre las realidades pastorales locales.

En esta ocasión, por ejemplo, Mons. Pierbattista Pizzaballa subrayó el importante papel de las vocaciones religiosas femeninas para llegar a los habitantes de Tierra Santa. A continuación, el Gran Maestre entregó el collar de la Orden al Patriarca latino y describió con unas cálidas palabras su deseo de seguir sirviendo a las personas que forman la «Iglesia Madre», y por ello expresó su deseo de dar a conocer esta hermosa misión de los Caballeros y Damas a todos los obispos del mundo. Comparó la Iglesia de Jerusalén con una antigua casa familiar donde los hijos, que se han marchado y han encontrado su lugar en la sociedad, desean volver por amor.

A este importante encuentro fraternal le siguió, en la mañana de la entrada solemne en el Santo Sepulcro, una visita del cardenal Filoni al nuncio apostólico y, a continuación, a cada uno de los representantes del Statu quo que rige los Santos Lugares, el patriarca de los griegos ortodoxos, Teófilo III, el patriarca de los armenios ortodoxos, Nourhan Manougian, y el Custodio. Hay que destacar un momento emocionante con los frailes franciscanos en la Custodia donde el Gran Maestre consultó valiosos documentos de archivo, en particular los relativos al cruzamiento del escritor François-René de Chateaubriand, nombrado Caballero del Santo Sepulcro en Jerusalén en 1806. 

La peregrinación del Gran Maestre continuó el miércoles 11 de mayo, tras una misa matutina en el Santo Sepulcro, con una larga parada en Belén y los alrededores.

En la ciudad de Beit Sahour, fundada según la tradición en el lugar donde los pastores recibieron el anuncio de los ángeles para ir adorar al Niño Jesús, la delegación dialogó con el párroco y los feligreses, que le expusieron los problemas que plantea la colonización de su tierra, que ha provocado la disminución del número de cristianos, muchos de los cuales se ven tentados a emigrar a causa de las permanentes tensiones en el país. Esa misma mañana, la periodista palestino-estadounidense Shireen Abu Akleh, una conocida cristiana en Tierra Santa, fue asesinada durante una operación militar israelí en Jenin, Palestina...

Tras el encuentro en el que el Gran Maestre insistió mucho sobre la importancia de la educación y la formación de futuros responsables cristianos en la sociedad palestina, la delegación fue a saludar a los alumnos y profesores de una escuela de la misma ciudad, cuyas fundadoras son las religiosas franciscanas de la Eucaristía.

Un tiempo de oración tuvo lugar después en la gruta de la Natividad. Seguidamente el grupo fue al centro para niños discapacitados, el Hogar Niño Dios, dirigido por las religiosas del Verbo Encarnado. La alegría de los niños era comunicativa y uno de ellos no soltó la mano del cardenal durante toda la visita, ilustrando la confianza de los más frágiles hacia quienes les quieren, y confirmando a su manera el vínculo concreto de los miembros de la Orden con las personas que encarnan a Cristo sufriente en Tierra Santa.

Se almorzó en la Universidad de Belén, apoyada por la Orden, antes de pasar la tarde en el seminario de Beit Jala, en compañía de los candidatos al sacerdocio y sus profesores, en un ambiente lleno de gratitud hacia los Caballeros y Damas.

Ese mismo día, tras salir de Beit Jala hacia Nazaret, en el norte de Israel, el cardenal Filoni quiso detenerse en el santuario de Nuestra Señora de Palestina, en Deir Rafat, a medio camino entre Jerusalén y Tel Aviv.  Las hermanas de Belén que viven allí dieron a la delegación una acogida amistosa y orante al mismo tiempo, describiendo el servicio espiritual que prestan en este lugar, construido en 1927 por iniciativa inspirada del Patriarca Luigi Barlassina, que quiso poner Tierra Santa bajo el manto protector de la Virgen María.

En Nazaret, por la noche, el Gran Maestre propuso un tiempo de silencio en la casa de María, que se abrió especialmente a esa hora tardía para él y la delegación; presidiendo también una misa a primera hora de la mañana al día siguiente, concelebrada por Mons. Rafic Nahra, el nuevo obispo auxiliar y Vicario patriarcal para Israel. Cada uno de los peregrinos pudo poner su pequeño ‘sí’ en el gran ‘sí’ de María, en nombre de toda la Orden, para que los esfuerzos de solidaridad realizados en favor de los habitantes de Tierra Santa estén guiados ante todo por el amor de Dios y la total disponibilidad a su voluntad.  

El cardenal y su séquito partieron hacia Jordania el jueves 12 de mayo, pasando por Jericó. Se les esperaba en Ammán por la tarde para la consagración de la iglesia de San Pablo de Jubeiha, construida en un barrio de la capital donde la población cristiana está creciendo rápidamente. La misa estuvo marcada por un ambiente de intenso fervor, y el Patriarca insistió en agradecer públicamente a los representantes de la Orden por el apoyo financiero prestado para el proyecto desde hace algunos años. 

El Gran Maestre se dirigió a los fieles de esta parroquia encomendándoles la importante tarea de completar la obra de los constructores mediante «una presencia cristiana profética, es decir, capaz de proclamar el misterio de Jesús, Hijo de Dios, que trae la paz, la misericordia, el perdón y el respeto de los derechos de todos, la convivencia y la fraternidad».

Por la noche, junto con el nuevo obispo auxiliar y vicario patriarcal para Jordania, Mons. Jamal Khader Daibes -hijo de la tierra de Palestina-, el Gran Maestre se vistió con la tradicional alcandora, signo oriental de bienvenida, entre los vítores y aplausos de una multitud de invitados que eran conscientes de estar viviendo un acontecimiento histórico en este país musulmán en el que los cristianos tienen todo su lugar.

En el penúltimo día de esta peregrinación a las fuentes de la fe, el cardenal Filoni caminó tras las huellas de Moisés en la cima del monte Nebo, donde el profeta bíblico pudo vislumbrar la tierra prometida tras andar cuarenta años por el desierto.

En la tarde del 13 de mayo, los directores de las 25 escuelas jordanas del Patriarcado latino presentaron a los invitados de Roma su labor educativa, que incluye un 30% de alumnos musulmanes, indicando sobre todo que los mejores resultados en el bachillerato en Jordania vienen de un establecimiento católico del Patriarcado latino desde hace dos años consecutivos. También mencionaron la necesidad de desarrollar escuelas profesionales en el país, pidiendo a la Orden que se comprometa con ello si es posible.  

Cuando el cardenal Filoni y los seis miembros de la delegación abandonaron Ammán el 14 de mayo, revivían en sus corazones todos aquellos encuentros, poniendo rostros a los proyectos realizados, deseosos de transmitir el entusiasmo de aquellos días para que los miembros de la Orden puedan volver a Tierra Santa y encontrar allí las «piedras vivas» de esta inmensa diócesis asiática tan importante para la Iglesia universal.

 

François Vayne

 

(Mayo de 2022)